Baruch Spinoza, el lentejero holandés que decidió pulir los lentes de la filosofía en lugar de conformarse con las doctrinas monoteístas de su época, terminó por cincelar uno de los sistemas más revolucionarios y, sin duda, escandalosos para su tiempo. Nacido en el seno de una comunidad judía portuguesa en Ámsterdam, decidió tomar el camino menos transitado, cuestionando las verdades establecidas y buscando una comprensión más profunda de Dios, la Naturaleza y el hombre, todo ello sin la necesidad de un altar o un confesionario. Para Spinoza todo (sí, todo) es Dios. Su panteísmo, esa idea de que Dios y la Naturaleza son una misma cosa, hizo temblar los cimientos de la ortodoxia religiosa. Para él, no hay un Dios antropomórfico jugando a los dados con el Universo; hay una sustancia única, inmanente, que se manifiesta en todo lo que existe. "Ética,"" esa obra que nos desafía a vivir bajo la guía de la razón y a alcanzar la felicidad a través del entendimiento de nuestra verdadera naturaleza, es un llamado de atención al hombre moderno, atrapado en la vorágine del consumo, las redes sociales y el constante bombardeo de lo que se supone que debe ser la felicidad. Spinoza nos dice, con la tranquilidad del que sabe que está en lo cierto, que la libertad verdadera viene del conocimiento de uno mismo y del universo, no de acumular "likes" o bienes materiales.
El hombre moderno, en su búsqueda incansable por significado y felicidad, podría encontrar en Spinoza un aliado inesperado. En un mundo donde la ansiedad y la depresión campean a sus anchas, la propuesta de Spinoza de una vida guiada por la razón y el amor intelectual a Dios (o sea, a todo lo que existe) resuena con una actualidad sorprendente. Su visión de la libertad, no como la mera capacidad de elegir entre marcas de café, sino como el entendimiento y aceptación de la naturaleza como una expresión de lo divino, ofrece un contrapunto radical al individualismo exacerbado y al materialismo de nuestros tiempos.
Antes de aullar con furia porcina sobre detalles técnicos de los vídeos, te invito a que leas el siguiente decálogo:
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La única rebelión posible es la personal. Cuando lo acepta, ese desgraciado individuo, conocido con el nombre de hombre, arrojado muy a pesar suyo en este rincón del Universo, es capaz de sembrar al fin algunas rosas en las espinas de la vida.
Soy Fabián C. Barrio, el viejo lesbiano que ulula sobre una roca en mitad del Mediterráneo. Escritor y viajero chipriota. Overlander majestuoso. Hablo para vivir. Soy el Alcalde.
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