Desde su nacimiento hasta su muerte terrenal en la madrugada de su 15º cumpleaños, Gilles Bouhours vivió un destino excepcional: aún no había cumplido los tres años cuando Nuestra Señora se le apareció por primera vez. De este encuentro nació entre ella y él un vínculo indisoluble de amor maternal y filial que se prolongó durante los siguientes once años.
Gilles tiene dos años y diez meses, y aparentemente un niño como todos los demás, pero por primera vez tuvo la aparición de la Virgen María, en la que le pidió que fuera a Espis donde otros la habían visto.
La frescura y sencillez de los diálogos son conmovedores para todos los que asisten a las apariciones. En uno de estos la Santísima Virgen promete una fuente y pide rezar una decena del rosario por el Sagrado Corazón.
En diciembre ve una "gran cruz" en el cielo y dos días después también se le aparece santa Teresa de Lisieux arrojándole flores.
El 13 de diciembre María confía un "secreto" a Gilles para el Papa y el 12 de junio hace la primera comunión en un clima de sencillez e interioridad espiritual. Durante el verano, Gilles sigue cosechando apariciones y locuciones los días 13 de cada mes, con dos visiones más el 15 de agosto.
El 1 de mayo de 1950, el pequeño Gilles Bouhours confió al Papa Pío XII el mensaje que la Virgen María le había encomendado: "La Sainte Vierge n'est pas morte, Elle est montée au Ciel en corps et en âme". Seis meses después el Pontífice proclamó infaliblemente el dogma de la Asunción al Cielo en cuerpo y alma de la Santísima Virgen María. Después de quedarse a solas con el Papa y liberado de su vínculo, pudo contarles a todos su secreto". La Santísima Virgen no está muerta; ella ascendió al cielo con su cuerpo y alma.
Al parecer, Pío XII pidió a Dios durante el Año Santo de 1950 una "señal" que pudiera iluminarlo sobre el dogma de la Asunción de la Virgen . No sólo para el Papa, sino para todo su entorno inmediato, estaba claro que esta era la señal esperada, la revelación de un niño.
“El 13 de junio debo tener un vestido blanco. Caminaré descalzo, como el niño Jesús por la conversión de los pecadores. “Las imágenes fotográficas inmortalizaron el momento.
El 15 de agosto de 1958, Nuestra Señora se apareció por última vez. El pequeño Gilles volvió a la casa del Padre el 26 de febrero de 1960.
Desde entonces, los testimonios de gracias se han multiplicado. Hay muchos casos de conversión.