Uno de los principales productos que extrajo Bélgica de sus colonias en el Congo fueron los diamantes y acá en Amberes se desembarcaban para ser pulidos, tallados y comercializados. Esto llevó a la ciudad a ser una de las más ricas de Europa, basta llegar en tren para notar esa opulencia en una de las estaciones ferroviarias más hermosas que he visto en mi vida.
En sus calles podemos encontrarnos muchos japoneses, amantes del cuento “El perro de Flandes” que tuvo su origen en esta ciudad. También los hostels estarán abarratados de ucranianos que vienen a buscar una mejor vida repartiendo comida, a pesar de su condición de ilegalidad. Y la frutilla del postre, son los judíos ultra ortodoxos que están relacionados con el mercado de los diamantes.
Todas esta diversidad tiene algo en común y es haber atravesado el lente de la cámara de Un Topo por el Mundo.
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