Arena, piedra y pistas rápidas, el escenario perfecto de la cuarta etapa para los Pandas.
Arrancamos el día en Merzouga, con un espectacular amanecer que tiñe de rojo el Erg Chebbi. Aunque el cansancio se empieza a notar, no son pocos los equipos que se atreven a volver a subir a la duna para ver despuntar el sol por el horizonte. Toca desayunar, arrancar la máquina y abrir el roadbook por la página que toca.
La etapa de hoy se compone de unos 200 kilómetros, casi todos desarrollados en pista, y los equipos disponen de hasta 10 horas para completar el recorrido. Se trata de una jornada muy dura, en la que la destreza en la conducción sobre terrenos complicados, la orientación y la capacidad de respuesta ante posibles obstáculos serán más importantes que nuca. Además, las temperaturas no darán tregua ni a los participantes, ni a los motores, que también se encuentran fatigados después de las etapas de días anteriores.
A escasos kilómetros del campamento se encuentra la entrada a pista, que desde el inicio, pone en aprietos a los Pandas. Oueds, desniveles en el suelo, agujeros y muchas piedras marcan lo que va a ser el ritmo de la jornada. Las brújulas, siempre importantes, hoy han sido indispensables para encontrar el rumbo correcto a lo largo de los tramos de tierra y las grandes explanadas abiertas, como los chotts, los lagos secos que abundan en la zona.
El sector de velocidad media, también conocido como tramo cronometrado, ha vuelto a estar repleto de arena, la superficie que se les sigue resistiendo a algunos equipos. “Parece que vais a pillar, como los exámenes en el instituto”, comentaba uno de los participantes al terminarlo. Y es que este elemento ha sido también protagonista de la cuarta jornada, la cual ha alcanzado la parte austral de Marruecos, lindando con la frontera de Argelia. A partir de mañana, las etapas irán en ascenso hacia el norte, para acercarnos progresivamente a la ciudad de Marrakech.
El colofón final del día ha sido una espectacular bajada sobre un tobogán de arena que prácticamente terminaba en la entrada al campamento de hoy, ubicado en Tafraute. Para subir a él, los equipos han tenido que sortear una subida vertiginosa repleta de arena, que la complicaba todavía más si cabe. No obstante, la adrenalina del descenso ha sido tan increíble que algunos equipos habrían querido repetir la experiencia.
Ya en el bivouac, tanto equipos como vehículos se tomaban un respiro tras una jornada dura y exigente. La tarde acompañaba y aunque todavía queda poner las máquinas a punto, también los participantes se merecen pequeños momentos de ocio. Apuremos los últimos días de aventura antes de volver a la rutina del día a día.
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