La honestidad y la integridad inquebrantable son buenos negocios. De hecho, Mirabeau escribió que si la honestidad no existiera, tendríamos que inventarla como el mejor medio para enriquecernos.
Es absolutamente cierto. Y todo lo que tenemos que hacer en cada circunstancia es preguntarnos: “¿Es esto cierto? ¿Es esto honesto? ¿Es esto lo mejor que puedo hacer?
Y si es así, podemos seguir adelante con la feliz comprensión de que hemos puesto en marcha la causa correcta y saber que el efecto se solucionará solo.
Nuestra única esperanza de éxito real, de ganarnos los corazones y las mentes de las personas a las que servimos, es ayudarlas de alguna manera y, así, mejorar su nivel de vida.
Pero si nos contentamos con dar menos de lo mejor que podemos, en realidad estamos trabajando en contra de nosotros mismos.
Hoy hablaremos de un principio que nunca falla. La adhesión a este principio particular da calidad y riqueza a la vida.