El gnosticismo es una doctrina basada en la filosofía y la religión y que mezcla las creencias cristiana y judaica con elementos de las tradiciones religiosas de Oriente al tiempo que comparte postulados esenciales del pensamiento filosófico de Platón. En su etapa inicial, el gnosticismo se dividió en gnosticismo pagano y cristiano. Los gnósticos cristianos tuvieron una fuerte presencia en los primeros siglos de la Iglesia, llegando incluso a gozar de cierto prestigio. No obstante, se convirtieron en una rama heterodoxa del cristianismo primitivo que luego pasó a ser considerada hereje por la propia Iglesia, y posteriormente condenada. El propósito fundamental de los gnósticos es acceder, mediante la mística y la intuición, al misterio de lo divino. Según ellos, la salvación no se obtiene a través de la fe ni del sacrificio de Cristo, sino que el ser humano debe salvarse a sí mismo, pero para ello deberá alcanzar el conocimiento o la gnosis, que es el conocimiento introspectivo de lo divino, superior, incluso, a la fe, por medio de una revelación, y obtenerlo significa la redención en sí misma. El máximo conocimiento que puede ser adquirido es sobre uno mismo, del ser verdadero; para el gnosticismo, esto es lo que haría que los seres humanos se acerquen más a Dios. Otro elemento gnóstico es el dualismo pues se concibe a Dios y al mundo como dos entes opuestos: Dios está asociado a lo trascendental, es verdadero y salvador y de él han emanado todas las cosas que contienen su esencia última; el mundo está ligado a lo material, falso y anti-divino y ha sido creado por el Demiurgo. El bien está asociado con el espíritu, por lo que el ascenso divino de las almas mediante la gnosis es fundamental, mientras que la materia es el principio del mal. Otro punto del gnosticismo es que para explicar su filosofía recurre a relatos mitológicos, una forma accesible de comprender qué es el “yo”, de dónde viene y a dónde va, y cómo el alma puede volver al mundo espiritual y liberarse del mal de lo material. El gnosticismo moderno, por su parte, reaparece en el siglo XIX en Europa, principalmente en Francia, a raíz de la publicación de una serie de estudios referentes al descubrimiento de textos gnósticos. No obstante, su popularización masiva ocurrió en el siglo XX y, desde entonces, ha desembocado en un conjunto de movimientos de carácter espiritual con tinte esotérico, que retomó parte de los antiguos preceptos del gnosticismo y los adaptó a los nuevos tiempos, dando lugar al neognosticismo.
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