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En un radiante sábado de primavera, Alma Coronel, Hebert Herrera Coronel, Ale Chispitas y Homar Acuña decidieron embarcarse en una emocionante aventura hacia Jerez, Zacatecas, con el propósito de sumergirse en las tradiciones y sabores que esta encantadora ciudad tenía para ofrecer.
El viaje los llevó por caminos serpenteantes, rodeados de paisajes pintorescos y montañas que parecían tocar el cielo. Finalmente, llegaron a Jerez, donde fueron recibidos por el cálido sol y la atmósfera festiva que saturaba el aire.
Su primera parada fue la emblemática quema de judas, un espectáculo lleno de color y tradición. Se unieron a la multitud mientras observaban maravillados cómo las figuras representativas del mal eran consumidas por las llamas, en un simbolismo de triunfo sobre la adversidad.
Después de participar en la emocionante quema de judas, se aventuraron por las pintorescas calles de Jerez en busca de los sabores que tanto la caracterizaban. Se detuvieron en una pequeña fondita, donde fueron recibidos con los aromas tentadores de la cocina local. Allí, disfrutaron de platillos tradicionales como los tacos de barbacoa, las gorditas rellenas de chicharrón y el pozole, deleitando sus paladares con la auténtica sazón zacatecana.
Continuaron su exploración gastronómica en el mercado local, donde se maravillaron con la abundancia de productos frescos y la variedad de especias y condimentos que llenaban el aire con sus aromas embriagadores. Probaron dulces típicos como las glorias y los jamoncillos, mientras compartían risas y anécdotas entre ellos.
Después de un día lleno de emocionantes experiencias y sabores exquisitos, Alma, Hebert, Ale y Homar regresaron a casa con corazones plenos y estómagos satisfechos. Habían experimentado la riqueza cultural y culinaria de Jerez de una manera inolvidable, llevando consigo recuerdos que atesorarían para siempre.