La iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane (San Carlos de las Cuatro Fuentes), conocida también como San Carlino por su pequeño tamaño, fue la primera gran obra en solitario de Borromini, quien la consideró un emblema, hasta el punto de que decidió cambiar su verdadero apellido, Castelli, por el de Borromini en atención al santo titular de la iglesia: San Carlos Borromeo.
Francesco Borromini (1599-1667). San Carlos de las Cuatro Fuentes se construyó en tres fases. En primer lugar, el claustro y las dependencias conventuales, proyectadas en 1634 y terminadas en 1644; en segundo lugar, la iglesia, comenzada en 1638 y consagrada en 1646; y en tercer lugar la fachada del templo, empezada en 1664. San Carlino abrió unas enormes posibilidades creativas y escenográficas en el diseño de edificios. Sus líneas ondulantes, su tensión dinámica y sus contrastes de luces y de sombras influyeron de una manera profunda en la arquitectura barroca. Muchos arquitectos de la época viajaban a Roma con la finalidad principal de estudiar detenidamente esta iglesia, para dibujarla y para tomar nota de su tipología y de sus elementos constructivos, pues fue considerada, ya en su momento, como el culmen del espíritu barroco.