Franz Kafka (1883) fue uno de los escritores más influyentes en la literatura universal. A grandes rasgos, su estilo presenta varias similitudes con la filosofía del absurdo con un toque personal de amargura (i.e., la aterradora arbitrariedad que se presenta sin dar explicaciones para expoliar cualquier atisbo de bienestar, la indefensión atravesada cada vez que el sujeto grita desesperadamente al vacío sin recibir contestación alguna, la ausencia de un sentido vital tanto íntimo como holístico, el amargo sabor de boca al cerciorarse de la irrelevancia de los actos desempeñados, la frialdad social que arrastra al individuo hacia la marginación propia de un bicho raro y, como joya de la corona, la fugacidad de una vida cuyo final es un fiel reflejo de las tragedias encarnadas). Aun así, resulta francamente difícil expresar con palabras la enorme rareza y singularidad que sus líneas exclamaban, motivo por el cual estimo de mayor conveniencia para el entendimiento del público comentar algunas de sus historias: “La partida”, “Un mensaje imperial”, “Un artista del hambre”, “Poseidón”, “El proceso” y “La metamorfosis”.
⌚ Línea temporal:
00:00-01:06 - Introducción
01:06-06:15 - Biografía
06:15-08:03 - El estilo kafkiano
08:03-19:37 - Sobre el absurdo
19:37-29:10 - Sobre el sufrimiento
29:10-32:30 - Conclusión
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El estilo de Kafka es tan surrealista, ofuscado y particular que, poco después de su popularización, se le adjudicaría el adjetivo de kafkiano a todo lo que se le pareciera. Aunque se ha llegado a asociar al autor con la escuela modernista o la realista mágica, su principal baluarte para la mayoría de los académicos es el expresionismo, puesto que aportó a la literatura moderna un nuevo mecanismo narrativo: el relato simbólico. Bajo este marco, el mundo visible es expuesto como una prisión donde imperan reglas caóticas, paradójicas o inescrutables que impiden al protagonista alcanzar la esencia de las cosas y, por lo tanto, demanda la búsqueda de una realidad más expresiva en aras de superar las barreras del tiempo y del espacio. Franz ilustró en sus cuentos y novelas cortas la soledad, alienación, angustia e impotencia del hombre moderno ante fuerzas desconocidas que rigen su destino a su total merced. Para ello, forjó un discurso ilógico, discontinuo, laberíntico y con vacíos que el lector mismo debe rellenar: no hay enseñanza, no hay moraleja, no hay sentido, sino tan sólo una absurda existencia que se encrudece a medida que transcurren las páginas. Sin lugar a dudas, destacaría la considerable similitud del kafkismo con respecto al absurdismo del ensayista Albert Camus. Grosso modo, la filosofía del absurdo cubre el conflicto interno del ser humano debido a su incesante pesquisa por entender el mundo junto con la búsqueda de un sentido de vida esclarecedor que se topan con su aparente inexistencia. Puesto en palabras llanas, los esfuerzos realizados por el ser humano para encontrar un significado dentro del universo son para el francés fracasos estrepitosos por definición, puesto que no existe una explicación racional capaz de unificarlo todo. No es que la realidad per se sea absurda, ni tampoco el hombre como tal: el absurdo surge cuando la inherente necesidad del individuo por comprender cómo funcionan las cosas y darle sentido a su existencia con base en el entendimiento choca radicalmente con la irracionalidad que de este mundo emana, esto es, cuando la apetencia por buscar un efecto para cada causa, una razón para cada hecho y un todo para cada parte se encuentra con la irreductibilidad a un principio racional y razonable.