El gran asentamiento de cabañas se veía desde lejos, bellamente perfilado contra el telón de fondo del bosque perenne con su sombra azul perpetua. Los pinos que se alzaban allí estaban a cierta distancia, pero gracias a ellos, el aire aquí era tan refrescante. Además, cada cabaña aquí valía una pequeña fortuna gracias a ellos.
Año tras año, se formaba una comunidad estrechamente unida de colonos acaudalados. En uno de los rincones pintorescos de la zona rural, había un espléndido invernadero de vidrio, rodeado de un exuberante jardín floreciente. Fue construido con amor y cuidado, y cada detalle fue meticulosamente planeado.
Este invernadero no era solo un lugar para cultivar verduras y frutas. Estaba destinado a ser un invernadero en el que se pudiera disfrutar de la belleza y el aroma de las flores, así como pasar el tiempo leyendo libros y contemplando la naturaleza.