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Gazpacho, ajoblanco. Ajoblanco, gazpacho. Gazpacho, ajoblanco. ¿Recuerdas a la mítica señora que iba y volvía de Benalmádena a Torremolinos
en la playa? Pues yo igual pero con estas dos sopas frías, a las que me
entrego en cuerpo y alma cada verano como si hubiera nacido en el
mismísimo centro de Andalucía.
Puede que el gazpacho
sea más frescachón y popular, pero el ajoblanco tiene una elegancia
única. La sencillez es su mayor virtud: unas almendras, ajo -poco, a
pesar de que lo lleve en el nombre-, un poco de pan y el aliño habitual
de aceite, vinagre y sal son suficientes para crear un platazo. ¿Que por
qué le pongo una parte de almendras tostadas y el pan entero, con
corteza? Pues porque añaden un extra de sabor interesante.